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¿Nos moveremos por Madrid Río? – Editorial primavera 2024

¿Nos moveremos por Madrid Río?

“¡Pero si nosotros votamos en Europa en contra de la restauración del 20% de los espacios naturales!”, eso le espetó muy airada Dolors Monserrat -candidata del PP para el Parlamento Europeo- a su homólogo de VOX Jorge Buxadé. Durante el debate realizado por la SER entre los candidatos de los partidos mayoritarios, Buxadé venía calentándole la cabeza a Monserrat con la repetición del mantra de que votar PP era como votar PSOE. En un momento dado y ante el evidente daño que tales afirmaciones estaban haciendo, Dolors explotó y le recordó el signo de su voto respecto a la medida restauradora.

Resulta significativo -y clarificador- que una verdad así pueda ser exhibida en público con el fin de ganar adeptos o, al menos, no perderlos. Y es significativo porque a una velocidad fulgurante, lo verde -la conservación, la biodiversidad, la salud del medioambiente- ha pasado de ser un tema estético en los programas políticos a ser lo principal. Lo principal, si se tiene en cuenta la política de verdad y se dejan de lado los folletines judiciales y los dimes y diretes de opereta. Lo verde está en el centro de todo: la economía, la macroeconomía, la energía, la alimentación, la política exterior y hasta el calendario de manifestaciones y paralizaciones del país (y de Europa) están marcados por temas ligados a la vida. Ya no se puede decir que “no hay que mezclar la conservación con la política” porque la conservación, la protección de las especies, los litros de agua o la fórmula kilovatios/hectárea se han convertido en afilados tomahawks políticos. Reto a cualquiera a que en una sobremesa aburrida diga “20-30” y espere resultados.

Hace unos años, no tantos, un presidente del gobierno podía citar a su primo para manifestarse negacionista del cambio climático, pero de haber presumido en campaña de oponerse a un proyecto de ley de este tipo, hubiese supuesto una crítica generalizada por parte de todos los politólogos.

Ahora, en cambio, ya no hay máscaras ni opiniones cosméticas. Izquierda y derecha -al menos en Europa- han tomado partido y se han situado a un lado y otro de lo verde. Se está a favor o en contra de temas tan básicos como rebajar el consumo de hidrocarburos, tender a una agricultura más sostenible o restaurar el 20% de los espacios naturales según votes zurdo o diestro. Hoy, el conservacionismo más eficaz, la primera línea de defensa del medioambiente, está a pie de urna.

Ayer, finalmente, la ley para la restauración de los espacios naturales salió adelante, por mucho que les pese a las Monserrats y a los Buxadés.

Pero también ayer -18 de junio de 2024- el delegado de medioambiente del Ayuntamiento de Madrid, Borja Carabante, confirmó que el proyecto de iluminación del río Manzanares a su paso por la ciudad se ha puesto en marcha. El, irónicamente, responsable de medioambiente, ha declarado que “queremos poner en valor el Manzanares, que los turistas y los visitantes tengan otros atractivos fuera del Distrito Centro”. Las críticas a semejante despropósito ecológico -hasta 140 especies de aves han sido citadas en ese tramo- no tardaron en llegar, pero de nada ha servido. “No me sorprende que a la izquierda no le guste esta iniciativa: cuando algo es bueno no les gusta”, ha dicho Carabante al respecto.

Está bien, hay que aceptar los resultados electorales y encajar que la mayoría de los ciudadanos prefieren un Manzanares iluminado y bonito, a que un puñado de agachadizas pasen el invierno en su cauce.

La cuestión es saber si una vez más observadores, fotógrafos de naturaleza, conservacionistas, biólogos, twitchers, amantes de las aves, ornitólogos profesionales, listeros, anilladores y animalistas vamos a dejar que ocurra. Si vamos quedar satisfechos con tan solo indignarnos ante la pantalla de nuestro dispositivo móvil mientras florecen seductoras terracitas en sus márgenes o vamos a hacer algo.

Estaría bien saber si todos los que hemos disfrutado, o nos hubiera gustado hacerlo del río Manzanares en particular o de la naturaleza en general, seremos capaces de mostrar nuestra tristeza ante una pérdida así o lo vamos a dejar pasar.



Esta estación la ilustra Ana Fernández Pero- Sylvaticart. Una selección de aves esteparias para recordar que el Manzanares de Madrid es solo una pequeña trinchera comparado con la batalla que tenemos que asumir en defensa de las amenazadass estepas ibéricas.