RESEÑA LITERARIA

No leas estos libros (si no quieres viajar).

Reseña de tres libros y una colección, indispensables para quienes les gusta viajar.



A los que nos gusta salir fuera de nuestras casas para tratar de recuperar el contacto natural con la biodiversidad, observar la fauna o simplemente fotografiar aves, tarde o temprano se nos enciende algo en la cabeza, entrecerramos los ojos un poco y empezamos a imaginar cómo será caminar por los senderos de Virunga esperando ver un espalda plateada, qué tipo de repelente hay que usar para tratar de que los mosquitos no te coman mientras buscas el quetzal resplandeciente o qué colonia de grajas queda más cerca para incorporar esta ave a nuestro álbum. Llegado este momento, puedes mirar a otro lado -Benidorm, por ejemplo- o leer alguno de estos libros que te proponemos. Pero si lo haces, ojito, puedes sorprenderte a ti mismo calculando a las dos de la mañana los días necesarios para hacer una excursión por Kazajistán.

El veneno.

Si hay un libro contraindicado para todos aquellos que creen a pies juntillas aquello de “como en casa, en ningún sitio” es este. Si piensas que la relación con los animalitos es cuestión de levantarse el domingo un poco temprano, hacer unas fotos en un humedal a 12 kilómetros de distancia y regresar a tiempo para el vermú (plan soberbio en opinión del que escribe), o si observar las ardillas del Retiro colma tus deseos de contacto con la fauna local, leer este libro puede hacer que te reviente la cabeza. En cualquier caso, y aunque a ti los animales te interesen menos que Benidorm, podrás pasar buenísimos ratos con su lectura.

Pajarero (Tundra Ediciones, 2019), de Carlos Lozano Robledo, colaborador de esta publicación, es un libro de viajes. De viaje físico a tierras remotas y de un confín al otro del planeta, pero también de viaje al interior del autor, ya que sin él no hay libro de viajes que merezca ser leído: que nadie piense que se trata de las batallitas de un tipo al que le gusta ir de safari. Todos los viajes narrados están motivados por el deseo de ver fascinantes animales, asombrosos ecosistemas y sobrecogedores fenómenos naturales. Pero la aventura, muchas veces sobria, radica en el ir y no en el estar. El viaje está en la reacción razonable -pero infundada- del autor, al ver que el aspecto del capitán de la barcaza con la que remonta el río a través de la selva es más propio de un filibustero que de un emprendedor turístico; en arriesgar el mejor y único momento para ver el evento celeste por el que ha viajado a Finlandia, para sacar al colega enfermo de la cama; cuando su pasión personal sobrepasa el límite de la cordura y se juega la amistad de su anfitrión y el arañazo de un felino en América del Sur; o cuando, en el polo opuesto, la cordialidad con el vecino de cabaña le hace naufragar en océanos de vodka en Rusia. Todo ello, lleno de citas de animales magníficos, eso sí.

Este Sal Paradise y sus Dean Moriarty ocasionales, de botas puestas para pisar donde pisó Darwing y capear las olas que navegó en su día el Endurance de Shackleton, no hará otra cosa que empujarte a salir ahí fuera, aunque sea a Fuenlabrada o al barrio del Pilar, que parte del maravilloso viaje de este antihéroe ocurre sin salir de casa.

La guía de viajes.

Es difícil, una vez que estás metido en esto, que tus intereses se ciñan exclusivamente a una clase de animales. Nadie que se pega el madrugón despreciará nada por debajo del filo Chordata o incluso todo Animalia será digno de su interés. Pero, claro está, lo que más gente mueve son las aves: son, por lo general, fáciles de ver y la cantidad de especies y variedad de géneros hacen de los pájaros un mundo aparentemente infinito. Ello consigue que grandes grupos editoriales abran las puertas a este mercado creciente.

Antonio Sandoval, prestigioso comunicador y prolijo autor, presentó hace poco De pajareo: rutas ornitológicas por España, de GeoPlaneta, dentro de la colección Nómadas. Está claro que se trata de un libro para viajar. El autor, comunidad autónoma tras otra, va destacando dos o tres sitios de especial interés para visitar. Descripción del espacio, rutas posibles, especies susceptibles de ser vistas y un añadido muy interesante: “puntos de interés cercanos”, porque siempre hay ganas de más. También incluye en cada autonomía una lista y breve descripción de otros lugares interesantes, aportando un código QR que lleva directamente a las páginas de los espacios tratados. Para terminar, añade un detalle muy interesante al invitar a personas de referencia en el mundo de las aves a contestar a la pregunta: “¿Qué es lo que no te perderías en ese sitio?” Solamente estos destacados suponen cuarenta y tantos planes perfectos para escapadas rápidas.

Todos los libros aquí tratados hablan de manera explícita de la misión que todo aficionado a esto de colgarse los prismáticos del cuello ha de tener en cuenta, de la forma más intensa posible. Pero Antonio titula a uno de los breves capítulos introductorios “Conservación y activismo” y esto da pie a recalcar que el viaje para la observación de fauna tiene que ser escrupulosamente respetuoso con el entorno, la fauna y la flora. A los conocidos olvidarse de reclamos sonoros, no cebar, no aproximarse más allá de la distancia de seguridad impuesta por los animales, mantenerse en los caminos y zonas señaladas, Sandoval propone ir un poco más allá. Citamos textualmente: “En materia de conservación, opta por el activismo. Por apoyar y promover las acciones y causas que creas más correctas. Por contribuir en la medida de tus posibilidades a combatir todo aquello que amenace, merme o destruya las zonas naturales y las especies, sobre todo las más amenazadas. Analiza cada caso. Opina. Decide. Actúa. Junto a otras personas. En equipos pequeños y grandes. Con el impulso del compromiso y de la cordura. Con la energía de la solidaridad y de la justicia. Con tacto, allí donde sea preciso. Con decisión”.

La colección de guías de aves

Si el anterior libro se te queda corto por ser demasiado general, tenemos la solución. Aunque quien más y quien menos ya habrá tenido algún ejemplar de esta colección entre sus manos, no podemos evitar citar la magnífica saga Cúando y dónde ver aves, de Tundra Ediciones. Cada tomo de esta serie está dedicado en exclusiva a una comunidad autónoma, detallando exhaustivamente, provincia a provincia, las opciones ornitológicas de cada una, a través de rutas pormenorizadas. Magníficos manuales para abrirse paso en territorios desconocidos, que, de otra forma, obligarían a largas jornadas para ponerse en situación.

Eso es respecto al dónde, el cuándo lo responden con una sencilla organización por meses, de forma que si tu expedición está supeditada a un fin de semana concreto solo tienes que abrir el libro por el mes correspondiente.

Además, también se catalogan los posibles destinos en tres categorías. Para todos, para familias y aficionados que están empezando y para aficionados a las aves escasas y rarezas. En el fondo, esta categorización tiene que ver con el esfuerzo y tiempo que se ha de dedicar y su relación con las especies observadas. Desde sencillos paseos o puntos de observación a pie de coche donde tener acceso a muchas especies frecuentes y amplias posibilidades de éxito, hasta destinos que requerirán mucha perseverancia y grandes dosis de suerte, para ver especies citadas en años anteriores de manera excepcional.

Tomemos, por ejemplo, el último volumen publicado y que está dedicado a Castilla-La Mancha. El libro está coordinado e ilustrado por Javier Gómez Aoiz, personalidad bien conocida por sus numerosas publicaciones de este tipo, pero la autoría es compartida con auténticas eminencias de la ornitología y la observación de aves: Xurxo Piñeiro, José Gómez Aparicio, Fernando Alonso Gutiérrez, Manolo Andrés Moreno y los hermanos José Antonio y David Cañizares Mata. La obra, de 347 páginas en esta primera edición, está estructurada de la misma manera que otras de la serie, lo que la hace muy manejable para los lectores que ya posean otro tomo. Tras la introducción nos encontraremos con el cuerpo principal, en el que se desarrolla el planteamiento de excursiones mes a mes. Luego, a modo de apéndice, nos encontramos primero -y fundamental- un recordatorio de cómo hay que comportarse en el campo y las reglas básicas para no molestar a la fauna, un listado de recursos digitales e impresos esenciales, listado de aves que podremos observar en las rutas descritas, otro listado con todos los sitios citados y sus coordenadas geográficas, para terminar con los mapas y planos de los espacios y rutas detalladas en el libro.

La colección tiene, hasta este momento, publicadas las guías de Extremadura, Galicia, Madrid (recomendable hacerse con la segunda edición ampliada), Cantabria, Cataluña y Baleares.Por separado o colección completa, son indispensables.

La experiencia por adelantado.

A estas alturas del artículo, o eres viajero o ya te ha picado la velutina y empiezas a notar la hinchazón y el picorcillo del viaje. Seguramente conocías los libros anteriores y la península ibérica la tienes bien trabajada. Pero, a la hora de plantearte un viaje de mayor envergadura, a lugares un tanto lejanos o complicados, es normal que se te planteen dudas muy serias. Primero, claro, está el factor económico. Y luego nos encontramos con la terrorífica idea de cómo hacer para ir hasta Ciudad del Cabo para ver tiburones y no volverte una semana después con una bonita foto de un banco de sardinas. Esto último es sencillo: el turismo de observación es hoy en día un V12 turbo que tira muy bien de la economía local, hasta en el lugar más remoto. Siempre habrá al final una empresa o un guía que te ponga las cosas en bandeja.

Esto de poner las cosas en bandeja va muy de la mano del tema de la economía. Trataré de explicarme (y vale para La Pampa o para Villafáfila). Puedes estar cuatro días en Merzouga recorriendo dunas y pedregales, acercándote de manera más o menos furtiva a todas las construcciones que te encuentres y olisqueando en el ambiente posibles rastros de humedad para dar con un ejemplar de gorrión del desierto (Passer simplex), o puedes contratar a un guía, que cogerá su teléfono y en 5 minutos sabrá donde llevarte a que veas el pajarito. El gasto del guía será infinitamente menor al de las noches de hotel y manutención extra. Esto, además, hará que los tíos raros esos que vienen a ver bichos sigan siendo mirados como tíos raros, pero el dinero será muy apreciado y esto, al final, puede salvar ecosistemas y especies (y esto también vale para La Pampa y para Villafáfila). Pero, ¡ah!, ¿dónde queda la magia de la exploración, las esperas y el afilar el instinto? Tiempo, es la respuesta. Tiempo y capacidad para moverse de manera autónoma. Y, sí, más dinero que ahorrar. A no ser que… (aquí vendría un listado de ideas con las que solucionar parcialmente estos asuntos, pero se fastidiaría la línea descriptiva principal del libro que vamos a tratar a continuación).

Pablo Strubell e Itziar Marcotegui son dos viajeros de esos de los que para referirse a su forma de viajar habría que inventar un verbo nuevo y que no estuviese desvirtuado. Ellos, por ejemplo, entienden viajar como hacerse la costa occidental africana de sur a norte utilizando autobuses públicos, entre otras gloriosas empresas. Y también son los autores de un libro llamado El libro de los grandes viajes, también en la colección Nómadas de GeoPlaneta. Es, en resumen, un magnífico catálogo de formas no usuales para realizar este tipo de desplazamientos de largo alcance, tomando como ejemplo a personas que han viajado de esa manera. Empecemos por algo fácil: el coche. Pero resulta que los autores cuentan brevemente la aventura de Jorge Sierra, que dio la vuelta al mundo en 3 años y 11 meses con un gasto total mensual de 357€ en un Citroën 2CV. Y a partir de ahí, en bicicleta, andando, en piragua, en velero, en autostop, en pareja, en solitario, o como Albert Casals, que se fue a las antípodas con su silla de ruedas. Y así hasta “131 historias inspiradoras” como reza el título del libro.

¿Pero, de esos, cuántos viajan para ver bichos? Ninguno, probablemente. Si recorres varias islas del caribe y la costa oriental de América del Sur, con la calma que te brinda hacerlo en un patinete durante 7 meses, como hizo el estoico Guillermo Marcelo, si quieres ver animales, los ves.

El libro, además, tiene un capítulo inicial y otro final, donde te allanan el camino de las dudas y problemas. Temas como seleccionar destinos, documentaciones legales, gestión del dinero, seguridad, los miedos e, incluso, asuntos de índole psicológica son acometidos en estas páginas.

Es posible que Pablo e Itziar aborden el viaje desde una perspectiva demasiado amplia, en todos los sentidos, para nuestros intereses ecoturísticos, pero la experiencia de todas estas personas y el conocimiento técnico de la materia serán muy positivos, por dos razones. Primero, solo tendrás que reducir las dimensiones a tu escala, pero los principios básicos son los mismos: entrar en Turquía con tu coche para estar tres semanas visitando sitios llenos de fauna, requiere lo mismo que si después de la frontera entre Asia y Europa fueses a seguir a Irán y los “-ikistanes”, pero con menos visas en la carpeta. Y segundo, el picazón sarnoso del deseo de viajar te será inoculado de manera virulenta.

Esta selección bibliográfica contiene solo unos pocos de los títulos que podrían estar. Son libros que, con uno u otro trasfondo al final, cada cual a su manera, invitan a conocer lo que hay más allá, siendo ese “allá” el límite que cada uno se pone.

Y como decíamos en el vídeo de presentación de El Vuelo del Grajo, “ahora: ¡sal!”.

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