Reflexión

A veces este ritmo de la vida me viene grande. Imagino que este tiempo, en el que todo pasa tan deprisa, me está pasando factura. Observo tantos cambios a mi alrededor que me cuesta asimilarlos.

Realmente quisiera que el tiempo se tomase su tiempo. Cada vez que voy al campo, me han cambiado algo: Olivos de regadío, placas, roturaciones donde antes había un vergel para las esteparias. Sombras donde antes veía luz.

Extremadura está cambiando a pasos agigantados y me duele. No encuentro palabras para describir tanta pena. Lágrimas que quisieran hacer ríos donde ya no fluye el agua. ¡Qué le estamos dejando a nuestros hijos! Cojo aire y respiro…

Soy lo que fui, sigo siendo, pero no entiendo como la especie humana puede ser tan destructiva con su propio medio, para ella, para sí.
No es fácil entender este mundo de humanos… si hubiera sido un lobo, viviría al día, aún con todas las trabas que me hubieran puesto. Quizá sí. Tengo que serlo en cuerpo y alma, aguantado hasta el final, pero es tan difícil. Tanto, entender todo esto que me cuesta la misma vida.

Seguiré siendo libre. Dónde me dejen, dónde pueda, con los míos. Con mi manada, hasta el último suspiro. Y aún me quedan fuerzas y nunca desistiré en dejar a nuestros hijos lo que se merecen. Aullidos que retumbaran siempre en lo más profundo del bosque.

Resistiremos, manada.

¡Auhhhhhhh!

12/11/21



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