Tras dos primaveras consecutivas viajando a Marruecos y Sahara Occidental me encuentro con suficiente experiencia como para aconsejarme a mí mismo las cosas que he de tener en cuenta a la hora de afrontar un próximo viaje. Y es que parece que a pesar de la experiencia sigo tropezando en las mismas piedras, cometiendo los mismos errores y, sobre todo, olvidando las mismas cosas. Estas son las razones que fundamentan esta publicación y el empleo constante del imperativo: me dirijo a mí mismo.
Antes de seguir, es conveniente recordar que en El Vuelo del Grajo andamos con la idea de viajar despacio y de manera lo más autónoma posible. Es lo que llamamos Birding-overland. Esta rimbombante terminología anglófona viene a significar pajareo-trashumante. Esto es, nos subimos al coche con todo lo necesario para poder evitar contacto alguno con el resto de la humanidad o, al menos, intentarlo. Comida, nevera para conservarla, agua potable, tienda de campaña, equipos y un número de objetos que nos permiten tener un más que razonable confort.
Las notas aquí recopiladas resultarán sofisticadas unas, otras elementales y algunas, incluso, obvias, pero todas surgen del análisis y pesan en la conciencia tras la experiencia de los dos viajes. Son, por tanto, subjetivas, relativas a mis gustos y querencias y muy relacionadas con nuestra forma de entender el viaje de observación de fauna. También son sinceras.
La noche.
Trabaja la noche. Recuerda la increíble cantidad de animales que se mueven tras la caída del sol: aves, mamíferos de todos los tamaños, reptiles e insectos asombrosos.
“No se puede ser búho de noche y águila de día”. Vytautas Lapenas, piloto acrobático. (Lituania 1958-2008).
Aunque te fastidie, tu energía tiene un límite. Si vas a salir a nocturnos, fuérzate a descansar.
Recuerda que en la noche sahariana todo es posible. Incluso que un pajarero con un altavoz y un coche te tenga andando tras un chotacabras dorado un par de horas.
No molestes más de lo necesario a la fauna nocturna. Estate preparado para conseguir, a la primera, la imagen que necesites.
El punto anterior es imposible si estás demasiado cansado o solo piensas en dormir.
Configura el equipo para trabajo nocturno. Luego comprueba que lo tienes correctamente configurado. Cuando esté listo, haz pruebas para confirmar que lo tengas bien configurado. El primer animal con el que te topes puede ser un jerbo egipcio saltando entre las matas de una duna y que ni siquiera lo puedas admirar porque estás liado con algo que se te olvidó configurar bien. Aprovecha las posibilidades de las cámaras modernas para que anda falle: configurar y confirmar.
Recuerda que la luz puede causar molestias a los animales, especialmente a los diurnos. Vela por su seguridad.
Cuida de no estar cerca de una carretera con tráfico o interrumpe la búsqueda si momentáneamente aumenta el flujo de vehículos. Murphy conseguirá que ese pollo de corredor sahariano salga despavorido justo cuando pasa un tráiler de 15 toneladas.
No te olvides de registrar el sonido. Y tampoco el sorprendente silencio, a pesar de los cientos de animales pululando a tu alrededor.
Si vuelvo a intentar usar vídeo, tengo que buscar una antorcha que no parpadee a alto número de fotogramas.
La foto testimonial existe y es útil. Para que una grabación sea testimonialmente útil requiere unas condiciones ambientales y técnicas, infinitamente más complejas de conseguir: no pases por alto esos momentos donde es posible la obtención de un buen sonido.
Emplea tiempo y dedicación a los grandes mamíferos y aves nocturnas, pero no dejes de lado a los espectaculares gekos, pequeños roedores o impresionantes insectos nocturnos como los solífugos.
El Sonido.
Dedica tiempo a preparar tus oídos antes del viaje. Cuando estes allí, dedica tiempo a escuchar los sonidos para los que te has preparado.
No menosprecies el periodo de espera hasta que se den las condiciones adecuadas para tener una grabación aceptable.
Trata el sonido con el mismo empeño que la imagen, que la búsqueda de sitio de acampada o que el mantenimiento de la despensa y el agua potable. Es parte esencial del viaje.
Si no puedes cargar con todo el equipo, al menos, SIEMPRE, lleva a mano la grabadora lista para registrar el sonido ambiente o el de algún animal..
Caminas kilómetros, madrugas y esperas horas para que la foto sea buena, ¿por qué no hacer lo mismo con el sonido?
La foto testimonial existe y es útil. Para que una grabación sea testimonialmente útil requiere unas condiciones ambientales y técnicas, infinitamente más complejas de conseguir: no pases por alto esos momentos donde es posible la obtención de un buen sonido.
Los guías no profesionales.
Trata bien y con respeto a todos los guías con los que te encuentres, requieras sus servicios o no; tanto a los profesionales como a los que se apañan la vida enseñando aves a los extranjeros, por el hecho de saber dónde se encuentran, a cambio de unos dirhams.
En muchas ocasiones estos guías no profesionales son la única protección que tienen algunas aves.
No seas rácano. Has empleado días y muchos litros de combustible para llegar al lugar único donde ver un animal excepcional y alguien te ayuda a conseguirlo.
Ten en cuenta que en la mayoría de los casos no tienen excesivo conocimiento, ni tan siquiera un aprecio especial por ninguna especie animal: están ahí para ayudarte por necesidad, no por pasión.
Paga algo, aunque no haya sido de ayuda, aunque ya conozcas la localización del ave. Al establecerse la idea de que los occidentales valoramos la sola visión de un ave, se ha generado una red de personas que están muy atentas a su conservación. Sin ese intercambio económico, esa salvaguarda se acaba inmediatamente. Incluso se puede forzar la desaparición del animal para buscar un nuevo lugar desconocido para los turistas.
Si durante la observación o la búsqueda la estrategia del guía no ofrece garantías para el animal, rechaza sus servicios. Trata de ser pedagógico y aguántate las ganas de ver al bicho, retirándote de la zona.
Que el e-bird y tus contactos no acaben con el sustento de Alí Tamarzit o Mohamed Lamine.
No te olvides de quedarte con el teléfono de todos los guías espontáneos que te cruces. Puede ser muy útil para tus amigos o futuros viajes.
Recuerda: mantén siempre presente que, salvo excepciones, por lo general para un marroquí o para un saharaui los animales tienen la misma importancia que una piedra. Para lo bueno y para lo malo. Esto es aplicable también a los guías sin formación.
No aceptes técnicas poco adecuadas o directamente peligrosas para las especies, por parte de guías no profesionales. Si la observación o la búsqueda no se está realizando con todas las garantías para el animal, rechaza los servicios. Trata de ser pedagógico y aguántate las ganas de ver al bicho, retirándote de la zona.
Presta atención a la época del año o a la hora. Algunos guías no dudarán en levantar, a plena luz del día, a aves nocturnas incubando o a migrantes en descanso.
Pregunta siempre. Cualquier pastor o agricultor se mostrará, por lo general, encantado de echarte una mano. No dudes en enseñarle lo que andas buscando, mostrándoselo en tu guía. La Svensson tiene las ilustraciones muy pequeñas: piensa en alternativas.