Ahora que levantarse de la cama de la pandemia se hace tan cuesta arriba, el equipo de OrnitoCyL se ha desperezado con energía inusitada. Tras el éxito alcanzado en las primeras ediciones y la consabida versión digital, llegó el momento de dar el paso. Y ellos, además, se atrevieron con un cambio de fecha, con el que, a priori, la “meteo” podría haberles jugado una mala pasada. En octubre y en Ávila jugar con el frio y la lluvia es mucho apostar. Pero no solo ellos, que ahí estuvieron un buen grupo de personas, instituciones, asociaciones y empresas que apoyaron la iniciativa y permanecieron fieles a la convocatoria, ahora que acompañar en estos momentos complicados es tan importante. En cualquier caso, el sol brilló, el público relució y el programa resplandeció.
Una feria de verdad.
La cita respondió absolutamente a la práctica totalidad de las acepciones que recoge el diccionario de la Real Academia Española: mercado, intercambio, promoción, festividad, paraje público, exposiciones, divulgación, entretenimiento y diversión. En la despejada loma que domina el pueblo de La Cañada, dependiente del municipio de Herradón de Pinares, se desplegó un campamento de carpas al que se accedía por un gran portal. En un paseo, de izquierda a derecha, la bienvenida la daba un amplio espacio destinado a la cantina, que funcionó bien, rápido y con un buen humor siempre de agradecer cuando se trata de esperar a que te den algo que calme el rugir ventral. Seguía un lineal en el que se alternaban marcas comerciales, representación de tiendas vinculadas a la observación de fauna, artesanos y varias fundaciones/ONG/asociaciones conservacionistas.
A continuación, dando el placer de ver que ayuntamientos y otras instituciones apuestan por el ecoturismo y la observación, estaban los puestos de promoción institucional. Por supuesto, confirma lo que todos sabemos: la propuesta OrnitoCyL es ya un marchamo de calidad y solvencia al que adherirse.
El último tramo físico comenzaba con una empresa de guías y safaris por el Parque Nacional Monfragüe con excelentes presentaciones y algunas propuestas muy interesantes, incluso para los más veteranos. Y asalta otra pregunta, que probablemente tenga la misma respuesta: ¿dónde está el resto de las empresas del sector, que sin duda aquí plantaría en tierra abonada? En un futuro inmediato sería glorioso que existiera una vinculación natural y de beneficio mutuo entre guías, esta feria y público aficionado al ecoturismo y la observación.
Al lado, lona con lona, los cinco atractivos escaparates de los artistas asistentes. Una orfebre con un catálogo impresionante de pequeñas joyas confeccionadas con plata, resinas, hojas y flores. A continuación, tres maestros del pincel y un cuarto de la escultura ofreciendo sus obras. Cuatro estilos para representar la fauna y esa sensación de pura envidia que se siente al ver cómo alguien puede deleitarse tanto y durante tanto tiempo con las especies observadas. Siempre pienso que debe de ser como zamparse una delicia y que después, durante horas, con solo mover la lengua, aparezca un nuevo sabor, o un matiz del original, o un retrogusto que no has apreciado antes. Así es como imagino el trabajo del artista de fauna: “¡qué rico ese plumaje que pintaste, chacho!”.
Podría ser un pero, pero en realidad es una invitación. Creo que la afirmación pasaría de universal a obviedad, si digo que para cualquier aficionado o profesional de la observación de fauna una de las grandes expectativas al acudir a un evento de estas características es poder salir con molestias de espalda tras pasar por los puestos de librerías y editoriales y cargar con la mochila resultante el resto de la jornada. En esta ocasión esto no pudo ser, sin duda debido a que son tiempos complicados para quien más y quien menos. Seguro que en próximas ediciones el mundo del papel estará presente y dispuesto a llenar nuestras estanterías.
El ágora.
El camino imaginario trazado en la feria terminaba en la gran carpa de las conferencias. Es el lugar donde los organizadores del sarao se la juegan de verdad. El plan insensato es -estando en el campo, con buena meteorología, con un montón de cosas interesantes que ver, con buenos compañeros y decenas de amigos por conocer- convocar una docena de conferencias de una hora de duración y con el público entre cuatro paredes y un techo. ¡Pero si hasta en el suelo bajo la carpa las quitameriendas (Colchicum sp.) explosionan con fuego malva entre la hierba verde y a mí me quieres sentar! Hace falta valor, hace falta valor.
También es donde se encierra el mayor de los valores, el tesoro de la feria. Siempre habrá otro monte en el que quedar con ese compañero, una página web que visitar para ver la obra de ese artista o ir a la tienda a probar esos prismáticos. Pero escuchar doce ponencias breves, bien preparadas y mejor combinadas, es un poco más difícil. Además, es dónde OrnitoCyL demostró que es más que pájaros: es biodiversidad, es conservación, es ocio, es cultura y es ciencia. Programas de conservación explicados por científicos, un entomólogo hablando de polinizadores y la falsa bondad de la apicultura semi-industrial, un poeta metido a hostelero presentando su libro de fotografía de aves o un viajero contando sus experiencias en una isla remota, son algunos de los temas tratados en un amplio, suculento e interesante catálogo. ¡Cuánto derroche de conocimiento y experiencia! ¡Qué panzada a aprender y soñar con próximos viajes! Embotellado y con etiqueta, sería vino gran reserva y no apto para todos los bolsillos, pero era el programa de conferencias montado por la gente de la organización y, sí, era gratis.
Por desgracia, esta tentación permanente por escuchar y ver en el ágora impedía totalmente la asistencia a las actividades de exterior. El programa de actividades propuesto resultaba igual de completo, variado e interesante. Talleres, rutas y visitas que incluían arte, educación, ecología, observación y ciencia y todo ello para niños, adultos, expertos, aprendices, curiosos… Observación astronómica, construcción de comederos, iniciación al retrato de aves, fotografía de paisaje, paseos por el pinar o la montaña, algo de arqueología o juegos para niños, no faltaba de nada.
Y así, en un año complicado, trascurrió la feria OrnitoCyL 2021, los días 8, 9 y 10 de octubre. ¿Qué tendrán en mente para el 2022? Da lo mismo: es cita obligada.
Si quieres saber quien está detrás de OrnitoCyL, conocer los nombres de las personas que impartían las conferencias o ver el listado de empresas, instituciones, organizaciones y artistas que tuvieron un puesto en la feria, visita https://ornitocyl2020.es