V.G: La Zona de Especial Protección para las Aves “Estepas cerealistas de los ríos Jarama y Henares” (ZEPA 139) de la Comunidad de Madrid, está comprendida entre los cauces de los ríos Jarama (al oeste) y el Henares (al sur) y atravesada por el río Torote. Además de albergar aves esteparias, importantes por su grado de vulnerabilidad, los humedales asociados al río Torote acogen a muchas invernantes.
Después de una comida liviana de plena primavera (costillas con patatas) nos fuimos a buscar un lugar que Aitor conoce muy bien y que trae al presente las vivencias de tantos años estudiando este territorio.
Aitor: “Aquí llegamos a contar hace muchos años siete especies de anfibios criados en estas charcas, ahora hay tres”.
V.G: Estamos sentados mirando esa pequeña charca que pertenece a las llamadas formaciones palustres presentes en la ZEPA. Me cuenta que estos pequeños humedales nunca llegan a estar totalmente secos, pero dice, con cierto enfado, que cada vez hay menos por la enorme captación de aguas que suponen los chalets que la rodean.
La ZEPA 139, además de albergar aves esteparias, importantes por su grado de vulnerabilidad, acoge a muchas invernantes gracias a sus humedales asociados al río Torote
V.G: Las avutardas son su pasión, los planes de gestión y conservación empiezan a ser campo de batalla. A partir del 2007, con la nueva Ley de biodiversidad la Red de Espacios Naturales de España incluye la Red Natura, a la que pertenecen las ZEPAS, y tienen que aplicarse a ambos los mismos principios, me dice.
Aitor: “Una de las primeras luchas a la que deberíamos dedicarnos es que, debido a que tanto la Red Natura como los Espacios Naturales no ocupan ni un 30% del territorio nacional, deje de cazarse en ellos. Por probar…,igual de repente las cosas se recuperan“.
V.G.: Después del sarcasmo compartido, un poquito más para ir calentando. ¿Existe en la ZEPA 139 algún proyecto específico de conservación?
A: “No hay un plan de conservación, no hay un plan de uso y gestión… Realmente es una puñetera protección sobre papel; mira, ahí tienes un vertido de escombros. Antes has visto un vertido de basuras, un tipo volando un dron, gente soltando perros para que corran, los cetreros que entrenan los halcones aquí libremente… En fin, todas esas cosas no deberían ocurrir ni siquiera en el campo, entonces no te quiero contar en un espacio protegido. La guardia civil no puede estar en todo, pero tampoco hay guardas forestales. Existen planes y proyectos que están normalmente asociados a cuestiones oficiales, por ejemplo, un poco más allá de esas zonas de reserva por las que hemos pasado, que tienen unos barbechos permanentes ya, hay una cantera totalmente ilegal que se abrió y se actuó en ella cuando esto estaba ya protegido. Entonces les cerraron y les obligaron a restaurar y ceder esos terrenos. También hubo un vertido de lodos… La rehabilitación de la cantera tiene cuatro charcas que en verano se ponen muy interesantes para ir a ver bichos allí”.
V.G.: ¿Qué particularidades tiene esta ZEPA?
A:“Para mí, lo más relevante es que hay especies euroasiáticas que son muy raras en el resto de la comunidad y que, aquí, tienen su lugar de cría, como el aguilucho pálido o el avefría. Como zona de invernada es súper importante, porque es una zona de paso de migración y además es la mejor conservada, donde existe la concentración máxima de leks de avutardas y la mejor población de sisón. Antes se podía ver bien al aguilucho cenizo, ahora su número ha caído muchísimo. Parece que el lagunero aumenta y el cenizo cae. En cuanto a rapaces es una gozada. Yo he visto una escena de un águila real cazando avutardas, es que ni ‘El hombre y la tierra’ ¿sabes? Jejeje…”
V.G.: Efectivamente, una de las cosas que más me ha impresionado de estos parajes es el número de rapaces diferentes que he llegado a observar, yo que no soy muy de “ojo avizor” ni de coleccionar avistamientos, con mirar me basta, pero esta vez las he tenido que contar: once en unas pocas horas.
Lo más relevante es que hay especies euroasiáticas que son muy raras en el resto de la comunidad y que aquí tienen su lugar de cría, como el aguilucho pálido o el avefría.
A: “Otro de los problemas es que la ZEPA acaba ahí en la raya del límite de la comunidad. Inmediatamente después de ese límite están urbanizando y no hay un espacio de buffer, que se tiene que respetar; se está construyendo en el borde, con lo cual la ZEPA pasa a ser un parque periurbano donde la gente va a montar en bicicleta por unos paisajes muy bonitos, con unos fondos escénicos muy bonitos, cada vez más destrozado y machacado”.
V.G.: ¿Qué propuestas lanzarías para la protección real de estas estepas?
A:“La regulación de los cambios de uso del territorio. No puedes cambiar de cultivo de secano tradicional a regadío o espaldera. Eso es fundamental. Por supuesto, no se puedan instalar parques solares fotovoltaicos, parques eólicos, refinerías de petróleo, etc. Hace falta vigilancia, pero sobre todo hace falta que hagan su trabajo ¡maldita sea!, que tenemos una pandilla de políticos corruptos hasta la médula. Hace falta volver a actualizar todos los planes de ordenación de los recursos naturales, sacar cuando no los hay o actualizar los planes rectores de uso y gestión, hacer planes de uso público, no solo para los espacios naturales protegidos, sino para todas las zonas verdes. Y hay que reglamentar muchas actividades que se nos han ido de las manos, como pueden ser la bicicleta de montaña, las carreras de campo a través y otras”.
Inmediatamente después de ese límite están urbanizando y no hay un espacio de buffer que se tiene que respetar.
V.G.: ¿Crees que tendría cabida en todo esto la realización de programas de sensibilización o de educación?
A:“El problema es que todo se ha decidido de espalda a los pueblos, o sea, los primeros que no saben lo que tienen son las personas locales. El otro día conocí a un chico que era de Valdecañas, un taxista, y le dije que me llevara a la laguna de Valdecañas y me dijo: ¡pero si ahí no hay nada, en mi pueblo no hay nada! Le enseñé unas fotos de mi última salida, dónde había flamencos, y se quedó alucinado, ni se lo imaginaba. Claro, si tú vas con tus colegas a dar una vuelta a la laguna sin mantener silencio, paseando y hablando, sin mirar alrededor, pues no ves nada. Si vas observando con alguien que sabe un poco, callado y respetando el entorno, verás la maravilla”.
“¡Fíjate! Todos los pájaros que han pasado en el ratito que vamos hablando y eso que tenemos unos vertidos al lado, coches pasando, un chalé enfrente…” “Es que nos vamos quedando sin nada…”
V.G.: No le quito razón, pero me quedo con que a pesar de todo eso ahí están esos bichos alados, al lado de los vertidos. Nos sobreviven por más que insistamos en desterrarlos con nuestro, cada vez más, perturbado sistema de vida. Nos dan lecciones de perseverancia y, sobre todo, nos colocan en el lugar que nunca hemos querido estar; un simple eslabón más, como otros miles de esta gran cadena biológica.