Leo el título que le hemos puesto a este vídeo y pienso que se ha apoderado de nuestras entendederas el mismísimo cabrón de Harvey Weinstein. Creo que nada más darle al play aparecerá cualquier estrella rutilante de Hollywood repartiendo hostias con mucho glamur. Y algo hay de eso.
Cuando el activista anónimo del vídeo me llamó para proponerme que los grajos volásemos un par de semanas junto a ellos para ver, en primera persona, cómo localizan, persiguen y denuncian delincuentes, le pedí algunos datos, cifras y detalles. En realidad, no hacía falta: estaba absolutamente interesado de antemano. Pero me hice el interesante. Vino bien esa conversación. Al pensar luego en todo lo que me había contado, vino a mí, cual rayo luminoso y textual, la frase: “Mi nombre es Aldo Raine y estos son los Bastardos. Nos dedicamos a matar nazis y eso lo hacemos de puta madre”.
Claro que aquello era ficción, con mucho de comedia y acción a borbotones en gama de rojos. Y esto es la realidad. Realidad a las 5 de la madrugada y con la caza ilegal como tema principal: La tensión de la búsqueda y el acecho. El hecho de andar en equilibro inestable sobre el pretíl de cazar a los cazadores furtivos con técnicas y medios furtivos: jugar en su propio terreno y con sus propias armas. Si, emoción y acción brotan a chorros.
En determinados entornos hostiles, cuando hablas de la matanza masiva de aves migratorias te proponen que cruces el Mediterráneo y se lo digas a los del otro lado del charco, que se pasan la ley por el forro y matan mucho más que ellos y con artes carentes de toda moral. Hacen esa propuesta de viaje cultural con la letanía implícita, reiterada y machacona de “a ver si tiene huevos de decírselo a ellos”. Pues bien, estos activistas lo hacen. Se meten en el mismísimo Líbano a tocar las narices en el lugar más complicado que quepa imaginar. Y te cuentan que “lo más importante para actuar en Malta, es saber conducir bien para poder huir rápido”. O en su Instagram ves a un tipo con la cabeza reventada por un palo que le dio un furtivo en Chipre. Y entonces ya sabes que contestar en esos ambientes hostiles.
CABS, que así se llama la organización de origen alemán, actúa en los países mediterráneos desde hace 40 años. Primero se dedicaban a destruir y fastidiar las trampas y lugares de caza. Veinte años más tarde cambiaron de estrategia: se habían dado cuenta que aquello solo paraba la matanza el tiempo justo que tardaba el vicioso del delincuente en comprar una nueva red o levantar un nuevo parapeto. Fue entonces cuando se pasaron a la acción en cooperación con las autoridades. El cambio fue radical. Por ejemplo, cuando desembarcaron en España hace once años, lo primero que hicieron fue un censo de lugares donde los tramperos le daban matarile a la fauna. Salió una lista de cerca de 3000 instalaciones permanentes. Hoy en día quedan muy pocas operativas y por el camino se han llevado por delante a más de 300 cazadores furtivos. ¿Cuántas aves han podido salvar?
Y al final resulta que si: Se llaman CABS, se dedican a cazar cazadores furtivos y eso lo hacen de puta madre.
Disfrutad del vídeo y celebrad la existencia de CABS. Por cierto, el acrónimo es de Committee Against Bird Slaughter, que significa Comités Contra la Matanza de Aves.