El RARO no es una reunión multitudinaria de gente aficionada a lo que sea relacionado con las aves. Por supuesto, no hay canarios enjaulados, ni lechuzas aburridas perchadas en un palo forrado de césped artificial, esperando a que pase el siguiente niño para hacerse un selfie. No es una cita de fotógrafos de fauna en la que se hable de megapíxeles y encuadres, pero hay fotografías e incluso premios al respecto. Allí el objetivo está lejos de girar en torno a viajes impresionantes, aunque los asistentes reaccionan como un resorte y se desplazan entre 20 y 200 kilómetros sin pensárselo dos veces, tras recibir una llamada. Ni mucho menos se promocionan viajes de 15 días para ver ejemplares multicolores en la cordillera andina. Tampoco se habla del ave más extraña que viste a 15.000 kilómetros de tu casa, aunque de aves raras se habla mucho.
Se habla tanto de pájaros anómalos que el RARO es precisamente eso: una reunión para celebrar las aves más escandalosamente inconcebibles que han aparecido en Galicia a lo largo del año anterior.

El mosquitero patirgrís (Philloscopus plumbeitarsus) el mega de los megas considerado RARO 2024, localizado por Ana Rivas y Saúl Román.
El RARO viene a ser una fiesta de catorce horas, más el tiempo añadido que el árbitro, Sr. Sed, quiera incorporar al final del encuentro. Es una rave donde se pinchan los éxitos de la temporada de observación de aves en Galicia. Es un desenfreno con plumas para que los más reputados observadores gallegos bailen al son de los pájaros más extraños de la esquina noroccidental de la península.
Con un texto que no sobrepasa las 300 palabras de extensión, ya va quedando claro que, quizá, los raros sean los asistentes.
El hecho de que la reunión se celebre en el Museo de Historia Natural de El Ferrol, sede de la Sociedade Galega de Historia Natural (SGHN), le da una pátina de verdadera seriedad al evento. Y no es para menos. Esta organización privada, fundada en 1973, consiguió, por ejemplo, levantar un museo en un antiguo cuartel en el centro de la ciudad. Los fondos museísticos, provenientes de colecciones cedidas de aquí y de allá, de animales obtenidos tras gestiones para la cesión de los restos varados en el litoral, o apresados y muertos por los hilillos de plastilina (que dijo aquél) y las piezas entregadas por los socios, abarcan desde la prehistoria hasta todas las ramas de la naturaleza contemporánea.
El resultado es un precioso museo que rebosa dedicación y que mantiene un entrañable aroma a salón del S-XIX, con sus viejas maderas con capas gruesas de barniz brillante y retratos de los marinos que forjaron su preciado tesoro surcando los mares, que, muchas décadas más tarde, acabaron cedidos a la Sociedade. En él se muestra un levitante y monstruoso esqueleto completo de rorcual, junto a una macabra colección de los beneficios físicos y económicos que la matanza de ballenas conllevaba, además de los instrumentos necesarios para lograrla; o una colección de pieles de mamíferos carnívoros gallegos frente a los restos museizables de una pitón que vino a morir a un arroyo galego, gracias a la codicia de un amante de las mascotas exóticas.
Los esqueletos y pieles de aves marinas muertas por fenómenos letales como el Prestige, la colección de minerales de un difunto socio o los fondos guardados primorosamente en cajas de zapatos en la planta baja del edificio, que esperan la llegada de esas partidas de dinero público o privado, que cumplan el sueño de poder abrir un nuevo ala, hacen que caminar por este museo sea deambular por un sueño.

El subsuelo de los tesoros y su guardián, Xan Silvar.
Allí, en el salón de actos de esta respetabilísima institución, se reunieron 70 personas, todos destacados pajareros, para celebrar el aquelarre anual de su afición. Una sucesión de intervenciones, que merece párrafo diferenciado, sirvió de cemento cola para unir las votaciones y entrega de premios, que también necesita explicación aparte, para entender la esencia de este fenómeno llamado RARO.
Si el Sil lleva el agua y el Miño la fama, ellos, los galardonados, la gloria. Tres premios sirven de razón y excusa para organizar el sarao desde hace ya 18 años, y con el mejor dato que esta tradición puede dar: había asistentes que apenas habían nacido cuando botaron ese barco de los locos, que es el RARO.

Hevia, RARO de honor 2024.
Como todo allí, absolutamente todo, gira en torno a las aves más inconcebibles que han ido a parar a la terra galega, los premios no podían ser otorgados a algo muy lejano. Por ejemplo, el “¡Vaya foto!” se da, claro, a la mejor fotografía en concurso, pero para poder ser seleccionada, el sujeto tiene que ser un bicho visto allí, solo en un par de ocasiones, como mucho. Una característica esta, la de la anomalía geográfica, que se califica internacionalmente y de manera extraoficial como “mega”. Y esto explica la pasión tan específica de estos pajareros de ojo rápido y conocimiento extenso: ver animales “megarraros”. Todo aquello que lleva el prefijo mega genera pasiones incontrolables. Si algo es “mega-caro”, “mega-bonito”, “mega-excepcional” o “mega-puro” siempre va a haber un grupo de personas “mega-dispuestas” a dejarse los riñones, la cartera o ambas cosas, con tal de poseerlo, contemplarlo, disfrutarlo o chutárselo..
En esta ocasión el ¡Vaya foto! fue a parar a las manos de Pablo Gutiérrez que inmortalizó un siberiano mosquitero de Pallas (Philoscopus proregulus) que previamente había localizado. Se da la casualidad en esta mayoría de edad del certamen, de que el autor de la fotografía premiada fue el autor intelectual del RARO en sus orígenes.
Antes de que este galardón fuese entregado, Carlos Lozano tuvo a bien recordar en la pagoda de la congregación de la Rara Avis que en las salidas camperas hay que estar atento a las sorpresas y tener los ojos bien abiertos, ya que lo excepcional e inolvidable puede llegar en forma de jinete descabalgado. El autor madrileño también brindó a los presentes la posibilidad de recibir un mensaje pajarero exclusivo del famoso e inigualable Toni El Cáspico, que, a través de una videollamada en rigurosísimo directo, trató de desinflar cualquier expectativa de sentido vital a la afición compartida por los allí reunidos.
El escenario cambia por completo. Una especie de dream team pajarero toma asiento y parece que por un momento la seriedad va a imperar. La literatura de naturaleza quiere abrirse un hueco con la presentación de Territorios pajareros. Se trata de un libro editado por BichoMalo Libros y coordinado por Alfonso Rodrigo y Antonio Sandoval. En él se han reunido textos breves de 37 amantes de las aves, relacionados con otros tantos local patch. Junto al editor, Juanjo Ramos, en el escenario estaban Ricardo Hevia y Xabi Varela, como representación de los 37 autores. Solo la involucración de cinco tipos tan destacados ya hace que la lectura del libro sea una necesidad para cualquier observador de aves.
A Antonio Sandoval casi no le dio tiempo de relajarse tras la presentación de su último proyecto editorial. Se apagan las luces, se enciende el proyector y comienza el corto documental Local Patchers 2: Un paseo con Antonio Sandoval por Estaca de Bares. El asunto es que la organización de El RARO había conseguido mantener este evento bajo el título de “Presentación sorpresa” y se apuntó un éxito, a juzgar por la expresión de Toño al levantarse para recibir la ovación cerrada de sus compañeros.

La fotografía del mosquitero de Pallas (Philoscopus proregulus) tomada por Pablo Gutiérrez obtuvo el ¡VAYA FOTO! 2024.
En la nave de los locos hay muchos que merecen ser capitanes. Todos aquellos que han dado el callo sin descanso, los esforzados, los excepcionales, los queridos, los que pasan los años y siguen ahí, todos ellos son los raros gloriosos. Esta hermandad los reconoce y festeja su constancia y fidelidad a la bandada con un premio especial. Con una sorprendente falta de originalidad -probablemente causada por la endogamia de pasar cientos de horas juntos en los cabos o en los frondosos eucaliptales- el galardón se llama ‘Raro de Honor’. Este año fue a parar a Ricardo Hevia, al que reconoceréis en Estaca porque mientras todos buscan a 2 millas, él tiene el telescopio girado a las 2 y con la mirada puesta a 4 o 5 millas.
Armado con el micrófono y una abultada libreta, Pablo Pita tomó por la fuerza el escenario. Lo conquistó: el escenario, el patio de butacas, los pasillos y hasta el aire que respiraban los asistentes. Lo llenó todo durante una hora. La explicación de su teoría The New Approach sobre la dispersión de divagantes y migraciones alternativas es sencillamente perfecta, coherente y tiene toda la pinta de convertirse en una referencia de lectura obligatoria. Aunque para que eso ocurra tiene que pulir algunos detallitos que podrían ser un problema a la hora de publicar un paper debido a que, en opinión de la mayoría de los asistentes, la comunidad científica internacional tendrá algunas objeciones respecto a la vaporización y posterior condensación de cuerpos vivos.
(Nota de la redacción: en El Vuelo del Grajo nos gustaría profundizar en la explicación de la teoría y por ello estamos en conversaciones con Pablo Pita para llevarnos la gloria de su publicación. Dicho esto, no quisiéramos por nada del mundo destripar su lectura, adelantándonos con someros brochazos).

Pablo Pita desafió la cordura con su teoría sobre la aparición de divagantes.
Y finalmente, durante la cena de clausura, se dio a conocer el premio central, el eje sobre el que gira toda esta historia desde hace 18 años. El momento en el que, tras una primera votación de la que salen tres finalistas que son sometidos a una segunda vuelta electoral, se da a conocer cuál fue el ave mas extraña que visitó Galicia en 2024 y la persona que lo avistó. .
Y el RARO 2024 fue para el mosquitero asiático (Philoscopus plumbeitarsus), primera cita para España, localizado el 16 de noviembre por Ana Rivas y Saúl Román en Vilachá, Xove.
Pero todo el grandísimo trabajo realizado por Antonio Gutiérrez y David Martínez Lago organizadores del evento y acertado animador audiovisual y sorprendente presentador de la jornada respectivamente fue una gran operación de encubrimiento. La visita guiada por Xan Silvar a través del museo, presentaciones teóricas, literarias y cinematográficas, todo, fue una burda cortina de humo para ocultar la verdadera finalidad del evento: comer, beber y otorgar la excusa a todos los asistentes para reunirse y celebrar que son unos maravillosos raros.
