El vuelo de la graja

El estudio “La Graja en España. Población reproductora en 2011 y método de censo”, cuyo autor es Javier García Fernández, ha sido, junto a los avistamientos recopilados en E-bird, nuestra fuente principal de información para localizar y conocer las colonias. Hemos hablado también con Nicolás López, delegado en Asturias y responsable del Programa de Conservación de Especies de SEO/BirdLife, que nos ha puesto al día sobre la situación de esta especie. En el año de la publicación mencionada existían 16 colonias estudiadas. En nuestro viaje hemos elegido, por ser las más emblemáticas, 9 de ellas. De nuestra experiencia leonesa más personal y “grajeril” sabréis un poquito más adelante, ahora toca informar sobre su situación real.

La graja de la península ibérica proviene de la glaciación que se produjo en el norte de Europa y Asia hace 18.000 años

La población española de graja fue descubierta por primera vez en los años 50 del siglo pasado, aunque su origen según el artículo “Diversidad genética, diferenciación y origen histórico de la población aislada de torres Corvus frugilegus en Iberia data la posible migración de algunos ejemplares hacia la península ibérica buscando zonas más templadas, en la glaciación que se produjo hace 18.000 años en el norte de Europa y Asia. La distribución de grajas por la península era mucho más amplia que actualmente. Los vestigios actuales de esa migración están localizados únicamente en la provincia de León. Además, gracias a estudios realizados sobre el ADN extraído de ejemplares ibéricos, comparado con el proveniente de individuos europeos, se ha concluido que no ha habido comunicación entre ambas poblaciones, incorporando así un altísimo valor genético e histórico a la población española. Desde los primeros censos realizados en León, en la década de 1970, hasta la actualidad, la graja ha tenido diversas variaciones en su crecimiento demográfico, pero la reducción de sus, ya pocos, núcleos localizados de cría es evidente. El último censo, aún sin publicar, hecho en 2020, confirma que existen aproximadamente 1.400 parejas reproductoras, aunque el número de colonias de cría donde sobreviven sigue en declive. La cifra podría parecer elevada, pero hay que tener en cuenta que la naturaleza social y la etología de esta ave hacen que su hábitat sea muy restringido, con lo cual la alerta sobre su situación es muy alta.

El número de colonias de cría sigue en declive

Colonia de Villadangos del Páramo

En 2019, en Villadangos del Páramo, en plena época de cría, se talaron varios de los chopos utilizados por las grajas como lugar de nidificación, lo que provocó la caída de los pollos que estaban dentro de los nidos. Ese mismo año, en un bando publicado por el alcalde se animaba a los vecinos a enviar al ayuntamiento quejas sobre esa misma colonia de grajas. De esta manera, decía, se podrían conseguir las autorizaciones pertinentes para su “traslado” (sic). Para los expertos y no tan expertos esto supondría, evidentemente, la destrucción de ese punto de reproducción. Este hecho puso en alerta a varias personas y organizaciones conservacionistas que intervinieron y lograron la paralización de la tala, la retirada del bando y la publicación de otro en el que el mismo alcalde instaba a la conservación y la importancia de este asentamiento y de la graja en general.

Al observar esta colonia es muy notable el uso, como material de construcción para el nido, de cuerda sintética, empleada habitualmente en agricultura y ganadería. De hecho, existen restos de lo que parece ser un cercado perimetral de la colonia, fabricado con este material. La presencia habitual de este producto en los nidos es la causa frecuente de muerte de los pollos, que quedan enganchados con ellas y finalmente acaban colgados de los nidos. Previamente a nuestra visita, se pudieron localizar los cadáveres de un juvenil y un adulto de la especie, que, por la posición y situación en la que se encontraban, se optó por denunciar, ante la posible comisión de un delito contra la fauna.

La muerte de algunos ejemplares por accidentes, hasta cierto punto comprensivos, derivados de convivencia próxima con los humanos, no debe convertirse en un problema real para la supervivencia de la colonia. Pero la confluencia de factores, así como el frecuente, y más difícil de atajar, atropello de ejemplares en la muy transitada carretera, hacen que sea importante una intervención para su limpieza, así como su cuidado y protección.

La graja tiene que ser protegida

La graja debería catalogarse a nivel legal como especie “en peligro de extinción”, puesto que cumple los criterios de la UICN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza) como para estar incluida en la categoría de “en peligro”. Las competencias en materia de protección de especies las regulan las Comunidades Autónomas. En el caso de Castilla y León no existe Catálogo de Protección de Especies, junto con Cataluña son las únicas que, a día de hoy, no lo tienen. Aún así, a nivel estatal sí tenemos un Catálogo Español de Especies Amenazadas en el que la graja debería estar incluida y por lo tanto quedaría protegida. En ninguno de los dos catálogos figura. En ninguno. Solo queda la esperanza de que desde instituciones y organizaciones privadas se solicite su inclusión. Y aún así, no se garantizaría su protección, ya que frecuentemente se ve su labor por tierra con las votaciones en negativo por intereses de otra índole, del Ministerio y de las propias Comunidades Autónomas, a pesar de tener a la comunidad científica a su favor. Según nos cuenta Nicolás, después de recabar datos del último censo realizado y de la evolución de su población y distribución, la graja se incluirá en el nuevo Libro Rojo de las Aves de España con la categoría de “en peligro”, gracias a la evaluación del estado de conservación que han hecho los especialistas en la especie Javier García Fernández y Pablo Salinas López. De esa manera, podrán solicitar su inclusión en los catálogos. Veremos si nuestros gobiernos saben responder a este grave problema.

A lo largo de todos estos años, lo que se ha podido comprobar es que el peligro para la supervivencia de las colonias está causado por la tala de los árboles dónde nidifican, el disparo y envenenamiento de ejemplares, el desarrollo urbanístico, los conflictos que se generan al estar ubicadas gran parte de ellas cerca de núcleos urbanos y la creencia de que hacen un gran daño a las cosechas. A todo esto, se suma la herencia de tradiciones que albergan parte de la población con respecto a los córvidos, esos pájaros negros escandalosos de mal agüero. La graja es un ave omnívora, que, efectivamente, come semillas y cereales, pero también se come las especies, animales y vegetales, que perjudican a la agricultura. Los daños que puede causar son mínimos, más quizá en huertos particulares, y, además, como señala Nicolás, podrían estar compensados económicamente por la Consejería de Medio Ambiente de Castilla y León.

Desde El Vuelo del Grajo

Muchos leoneses se sienten orgullosos de la graja por ser su pájaro por excelencia: el pájaro cazurro, como es frecuente leer. Parece que cuando se suma la palabra “nuestro” a patrimonio o a ave, el bicho en sí adquiere más valor, como si se tratara de una posesión. La graja no es de nadie, pero los territorios donde anidan, donde descansan, donde duermen, los compartimos, es por esto, por lo que debemos conocerlos y cuidarlos, ya que somos los que tenemos la capacidad de gestionarlos. Suerte tenéis leoneses de poder disfrutarla y deber de protegerla, ahí radica el orgullo.

Estos días descubríamos la increíble habilidad de vuelo de las grajas y la maravilla de encontrártelas en pleno núcleo urbano; dabas la vuelta a la esquina y ahí estaban con sus llamadas. Nicolás nos dice que ir por las calles y que te vuelen las grajas encima solo ocurre ya en tres sitios del Estado. Esperamos que el vuelo que lleva tu nombre, querida graja, sea testigo y narrador de un futuro en el que tus graznidos y destrezas aéreas sigan viéndose en los cielos leoneses, esos que no son de nadie, pero que nos regalan vida.

Agradecimientos a Luisa Abenza y Nicolás López por su colaboración y generosidad.