Avetimología: el origen de los nombres de las aves de Europa.

Amar es conocer.

La atención que se presta a las aves en la última década es impresionante. Las redes sociales, la necesidad que siente el ser humano de tomar contacto con la naturaleza y la accesibilidad a datos, aparatos ópticos y cámaras son algunas de las principales razones para esta explosión ornitológica. Proliferan las páginas y grupos digitales para identificación de especímenes. Son miles las personas que exhiben sus magníficas fotografías. Y la posibilidad de lanzarse al vacío de montar una empresa ligada a la observación de aves ya no es una locura. El “pajareo” es todo un fenómeno social de carácter global. Y no es extraño. Cualquier sitio del planeta -desde la ciudad más contaminada, hasta el paraje de climatología más adversa- puede ofrecer unos instantes de intensa emoción al descubrir un magnífico ejemplar de las, aproximadamente, 15.000 especies de emplumados que viven en el planeta.

Por desgracia, y hablando desde un punto de vista del gusto por lo clásico, las facilidades digitales y técnicas antes citadas propician una adquisición de datos rápida que sacia el apetito de conocimiento, de manera inmediata, del aficionado novel. Pero, igual que las hamburguesas colman las necesidades semanales de proteínas y carbohidratos de un humano en diez minutos, que alguien te diga como llaman en su comarca al pájaro que has fotografiado no es la mejor base para la pirámide del conocimiento pajaril. Es solo un buen principio y puede ser suficiente para un gran número de personas.

Cuando se cambia el: “¿De qué tipo es esta ave?”, por el: “¿Cómo puedo hacer para ver un chotacabras?” se da el primer paso hacia la afición, que muchas personas identifican como “amor por las aves”. Al llegar el: “¿Por qué veo al chotacabras cuellirrojo en verano, por la noche y tendido en el camino?” se entra en la zona de interés por la ornitología. El siguiente paso, al que los propios identifican como “lo de los pájaros o cosas de bichos”, se da cuando al reconocimiento y a la etología se suma el estado de conservación, sus huellas y rastros, sus voces, subespecies, endemismos, dispersiones no habituales, protección o, ya para cum laude, la etimología y variedad de sus nombres latinos y vulgares. En referencia a esto último, y parafraseando a Luis Piedrahita, urge encontrar aquella palabra que defina la ciencia que se adentra en el bosque de los orígenes de los nombres comunes y científicos de las aves y sus significados. José Manuel Zamorano propone: “Avetimología”.

Avetimología.

Avetimología es un volumen editado por Omega, de 446 páginas y olor, en sentido figurado y real, a libro de texto. Ilustrado con más de 300 fotografías en color, abarca 423 aves de distribución paleártica occidental. Comienza con una magnífica cita de Isaac Newton en relación con que el libro que se presenta es deudor de otros que vinieron antes. En la primera página de la introducción, ya hay una referencia al colosal trabajo que Francisco Bernis hizo, en lo relativo a la nomenclatura popular de las aves de España. Seriedad y elegancia van por delante.

Organizado por órdenes y familias, esta obra estudia el origen y significado de los nombres de los diferentes taxones y su vinculación con la etología, aspecto o características de la especie.

Lejos de limitarse a las denominaciones científicas, profundiza -y mucho- en los nombres comunes, con la misma rigurosidad que los anteriores. Por supuesto, el autor amplía el círculo abarcando regionalismos y localismos, frecuentemente saltando fronteras, creando así redes de datos que aportan mucha información.

Esta mezcla entre lo científico y lo popular se trasmite también a la escritura, ya que, tratándose de un libro eminentemente científico, su lectura resulta amena, ágil, al tiempo que profundamente didáctica.

Y como ejemplo, y ya que el chotacabras (Caprimulgus sp.) ha salido a relucir, Avetimología nos dice que Caprimulgus se origina a partir de los términos latinos capra (=cabra) y mulgeo (=ordeñar) y hace referencia a que, debido a que estas aves suelen estar en lugares donde pace el ganado, existía la creencia de que se alimentaban amamantándose de las cabras. Curiosamente, en España ese mito tomaba el nombre de chupacabras y de ahí el nombre común en Castilla. Esta vinculación, añade el autor, se repite también en inglés, alemán e italiano e indirectamente en catalán, donde se utiliza enganyapastors. Y así describe 423 especies.

Un libro muy necesario para los fijos del “pajareo”, que ayuda a entender y amar a estos bichos y, dicho sea de paso, mejorar nuestro fondo de armario a la hora de contar cosas interesantes sobre aves.

Javier Marquerie.

Aves de España, guía fotográfica de identificación.

¿Guía fotográfica de aves?

La identificación de aves requiere de muchísima precisión. Especies semejantes en su librea y tamaño, variabilidad según la edad o las señas identificativas, realmente difíciles de apreciar, hacen que sea un mundo de detalles al que solo pueden llegar los ojos, las herramientas y el conocimiento de los ilustradores científicos más preparados. Además, una guía de identificación que se precie como tal, tiene que mostrar actitudes clásicas del ave en cuestión. En muchos casos es fundamental mostrarla en vuelo -ya sea silueta rapaz o fulgurante limícola en vuelo rasante- y evitar la influencia de la temperatura de color de los rayos solares, dependiendo de la hora y el clima. Es una labor ingente que requiere de muchísimo conocimiento. Esto, entre otras cosas, hace de la Svensson la más loada de todas las guías, aunque, curiosamente, para citarla siempre nos olvidamos de los ilustradores Killian Mullarney y Dan Zetterström.

Parece que todo ello hace que la fotografía quede al margen de estas obras tan necesarias para el aficionado y el profesional de la observación de aves. De hecho, es difícil encontrar guías que basen la ilustración en imágenes tomadas con una cámara. En la librería de El Vuelo del Grajo solo hay tres libros de identificación en los que la fotografía tiene presencia.

La primera, La Guía INCAFO de las aves de la Península Ibérica, de Ramón Saez-Royuela (INCAFO 1980), es la primera que tuvo el que escribe estas líneas. Tomo de 975 páginas, con una entrañable nota escrita por mi padre que dice “A Javier, por su cumpleaños, 1984”, es plenamente fotográfica. 334 especies documentadas con una sola fotografía que, sinceramente, de poco vale, pero cuya parte escrita es muy recomendable, dedicando dos páginas por especie.

Solo hace falta ver las frecuentes recomendaciones en redes sociales, para darse cuenta de que la fotografía quedaba totalmente descartada como elemento de identificación. Pero algo ha cambiado.

La segunda, Aves terrestres, de Frieder Sauer (Blume, 1983) tampoco se puede considerar demasiado útil para la identificación de las aves, pero incorpora en casi todos los casos imágenes de los nidos, huevos y pollos, lo que aporta mucho valor a la edición.

Y finalmente la magna obra de Klaus Malling Olsen, Gulls of Europe, Asia and North America (Helm, 2003, edición de 2018) aborda la locura de la identificación de las gaviotas, utilizando tanto la ilustración como la fotografía. Las primeras son usadas para las descripciones básicas, para mostrar los patrones por edades, las segundas para abrir el inmenso abanico de variables y ángulos. Esta combinación hace de esta guía un básico para todos aquellos que quieran adentrarse en el confuso mundo de los láridos.

Aves de España. Guía fotográfica de identificación

Solo hace falta ver las frecuentes recomendaciones en redes sociales, para darse cuenta de que la fotografía quedaba, hasta ahora, totalmente descartada como elemento de identificación. Pero algo ha cambiado.

Aves de España. Guía fotográfica de identificación, de Carlos Pérez Naval (Otro Matiz, 2022) es un trabajo valiente y valioso. Y sí, conociendo la afición y saber hacer de su autor, utiliza únicamente fotografías. Pero, ojo, no se trata de una colección de postales más o menos virtuosas. Es, sin lugar a dudas, una auténtica y muy útil guía de identificación con mayúsculas.

A través de sus 415 páginas el usuario podrá consultar todas y cada una de las especies presentes en la Península Ibérica, insulares y pelágicas, las accidentales más frecuentes e incluso las presentes en los territorios españoles del norte de África. Cada una de las especies está ilustrada cumpliendo con los cánones fundamentales anteriormente descritos. Esto es: en unas magníficas composiciones (a modo de láminas propias de la ilustración científica) el autor muestra cada ave en diferentes ángulos, edades y actitudes, incluyendo variedades de plumajes y unas muy útiles fotos en vuelo. Respecto a este último detalle, lo sabemos bien los que somos fotógrafos, cabe destacar el meritorio trabajo de obtener fotografías en vuelo de prácticamente todas las limícolas.

No es un catálogo de aves fotografiadas con luces espectaculares, en actitudes curiosas o interactuando graciosamente.

Además, y en esto hay algo de apreciación personal, da la impresión de que el autor ha sabido controlar el impulso de mostrar sus imágenes más hermosas y limitarse a seleccionar las mejores fotografías posibles para el fin con el que han sido elegidas. Así pues, no veremos un catálogo de aves fotografiadas con luces espectaculares, en actitudes curiosas o interactuando graciosamente. No, en esta obra las aves aparecen con luces planas que no dan lugar a equívocos, en actitudes características, posadas en los elementos y plantas esperados y, en definitiva, ayudando a su correcta identificación.

Cada página se completa con un párrafo muy conciso sobre su presencia en la península, hábitos fundamentales y consejos para su observación e identificación. Un preciso mapa de distribución y una pequeña ficha de datos morfológicos completa la información.

El libro está organizado por familias, con una breve e interesante introducción para cada una de ellas, ordenadas de la manera tradicional, así que su uso será el habitual para todos aquellos que estén acostumbrados al empleo de este tipo de publicaciones. Unos útiles anexos finales redondean la publicación.

El autor.

Carlos Pérez Naval, natural de Calamocha, Teruel, es un fotógrafo que a los 5 años andaba ya trasteando con cámaras aptas para la naturaleza. Con 8 fue el ganador más joven que jamás ha obtenido el Young Wild Life Photographer of the Year, otorgado por el Natural History Museum de Londres, el reconocimiento más prestigioso de este tipo. Desde entonces, ha logrado cuatro primeros premios de categoría (tres de ellos en años consecutivos) y otras tantas menciones de honor en este mismo certamen. En su espectacular currículo también figura como ganador de FOTOFIO y su nombre se ha visto destacado en MontPhoto, entre otros certámenes de prestigio internacional.

Y dejo para el final, para que no distorsione la calidad del trabajo del que se habla, ni modifique la apreciación que se pueda tener sobre él, el dato significativo de que Carlos, este fotógrafo consagrado y autor de este magnífico libro tiene… 16 años.

Guía de aves. España, Europa y región mediterránea

Es una opinión generalizada. Cuando un nuevo aficionado pregunta por una guía con la que adentrarse en el mundo de la identificación de aves, los más veteranos contestan de manera unánime recomendándole, cueste lo que cueste, la adquisición inmediata de la guía negra.

Lo del reto no va en balde, que encontrar un ejemplar de la segunda edición en castellano comienza a ser difícil y su precio se sitúa por encima de los 50€. Precio, que para ser de un libro -teóricamente- de bolsillo, no deja de ser elevado. En cualquier caso, lo cierto es que cada céntimo de euro estará bien invertido. Lars Svensson (Suecia, 1941) es un ornitólogo, especializado en paseriformes, que ya en la adolescencia dedicaba su tiempo a traducir y adaptar guías de identificación británicas a las necesidades suecas. En 1970, con solo 29 años, editó su Guía de identificación de paseriformes europeos. Un año más tarde, era ya una personalidad en su terreno, gracias a sus trabajos de identificación, sus expediciones y publicaciones. En 1999, se publicó la primera edición del volumen que nos ocupa y que desde entonces ha sufrido continuas actualizaciones.

Lars Svensson.

La característica principal de esta guía no es solo la calidad de la información que contiene, sino la densidad de datos por centímetro cuadrado que la Svensson ofrece. Los textos, encomiable labor la de los traductores, se apoyan en una gran, sabia e intuitiva, utilización de las abreviaturas. Entre esto y la disciplina respecto a la economía de lenguaje, Svensson consigue, con los escasos párrafos utilizados para cada especie, aportar una cantidad sorprendente de información.

Las Ilustraciones

El tema de las ilustraciones -obra de K. Mullarney y D. Zetterström- es otro de sus puntos fuertes. Si generalmente en las guías se presenta al macho, la hembra (en el caso de que exista dimorfismo sexual) y, como mucho, un ejemplar juvenil, en esta pequeña enciclopedia se añaden una o más imágenes con algún jizz característico, silueta en vuelo, detalles comparativos con especies semejantes, explicación de los distintos plumajes por edades, si los hubiere, o actitudes en el medio, que ayudan a identificar. En la galería encontrarás ejemplos de todo ello. Además, la precisión en el dibujo es tal que, aún teniendo unas dimensiones pequeñas, la claridad de los trazos y magnífica impresión resalta mucho los detalles clave para la identificación. Esto es así, aunque el usuario tenga la vista cansada. Todo ello se completa con algunas láminas concretas, muy útiles, como la de híbridos de anátidas o los breves sobre las especies divagantes, o las de las aves introducidas y escapadas.

Hay que señalar que este es un libro de consulta. Por sus dimensiones, que no le permiten ser guardado en un bolsillo, y su peso, que sobrecargará en exceso la mochila, es mejor dejarlo en casa. Quizá, como guía de campo, existan opciones mejores.

En definitiva, 450 páginas llenas de información muy precisa que en su conjunto conforman, sí, la que posiblemente sea la mejor guía de identificación general de aves. Es el libro-herramienta que tarde o temprano comprarás.


El fotógrafo de fauna

Antonio Liébana acaba de publicar El fotógrafo de fauna, un libro llamado a convertirse en el manual indispensable para todos los que comienzan en esta especialidad fotográfica.

Para todos los que comienzan y para los que llevan media vida documentando la vida silvestre, ya que Liébana ha tenido la generosidad de contar muchas de las técnicas y trucos personales que él emplea para desarrollar su trabajo. Pero empecemos por la primera página. Estamos ante un manual eminentemente práctico, didáctico y muy real. Está dividido en capítulos y a su vez organizado por categorías que se subdividen en temas. Bien, pues es tan práctico y tan real que el primer asunto que trata lleva por título “El Precio”. A partir de ese punto, desgrana de forma ordenada, lógica y muy sucinta todo lo que el aficionado que se quiera adentrar en este proceloso mundo de la fotografía de animales silvestres necesita saber sobre equipos y principios básicos de fotografía. Se pasan páginas -que como cabía esperar están brillantemente ilustradas- y se empieza a leer sobre composición y situaciones lumínicas especiales, ya para fotógrafos que saben lo que hacen. Y así, como quien no quiere la cosa, uno está leyendo sobre técnicas avanzadas o una interesantísima docena de casos prácticos de cómo fotografiar especies concretas.

Por muy veterano que se sea en estas lides, la profesionalidad y los 25 años de experiencia de Liébana esconden conocimientos interesantes para todo el mundo.

En El fotógrafo de fauna no se deja nada atrás: se tratan temas como la mochila más adecuada, cómo afecta la meteorología a nuestros trabajos y algunos consejos para viajar. Por supuesto, explica técnicas de acercamiento, detalles sobre posaderos y se explaya en el mundo hide. Mucho del trabajo producido por Liébana sale de largas jornadas de espera en todo tipo de escondites, así que no es de extrañar que dedique espacio a los aguardos y sus modalidades y variaciones: hides comerciales y públicos, de lujo, baratos, artesanales, hidrohides, con cristal o de tela, comportamiento dentro del escondite, sillas adecuadas e incluso habla de temperaturas, asuntos fisiológicos o calendarios de ocupación.

Ética fotográfica

También tiene un hueco para introducir el capítulo de la ética fotográfica y el comportamiento que ha de tener el fotógrafo frente a la fauna silvestre, sin olvidarse de la conservación. Ofrece un par de páginas recordando las normas básicas. Este tipo de contenido es frecuente y siempre que toca asuntos potencialmente delicados o directamente peligrosos para los animales no duda en explicar cómo no hay que hacer las cosas, repitiendo en varias ocasiones las máximas esenciales de la fotografía de naturaleza, tales como “el animal prevalece siempre sobre la fotografía”.

La edición del libro es sencillamente excelente y a las impresionantes fotografías, solo por las cuales ya merecería la pena la adquisición de la publicación, se suman unos dibujos y gráficos explicativos muy adecuados. Lo conciso de los textos, yendo directamente al grano con claridad y sin ambages, recuerda a los contundentes párrafos explicativos de Michael Langford en su mítico La fotografía paso a paso.

Tras darle muchas vueltas, solo soy capaz de encontrar un defecto, que al tener tantas ventajas deja de ser defecto y es virtud. El formato, grande y apaisado de proporción 4:6, es una gloria para la reproducción y visionado de fotos. Da gusto abrir el libro y pasar hojas, que siendo tan grandes hacen de abanico para acercarte el olor a buen papel y mejor tinta. ¿Que con esas dimensiones pierde algo de la practicidad propia de un manual didáctico de uso frecuente? Sí. ¿Que muchos grandes libros de este tipo, aunque de otras temáticas, llevan el mismo formato? También. ¿Y que, ¡qué más da!, si además este libro está pensado para ser devorado tranquilamente en un lugar confortable?.


Dejamos para el final el espíritu que Antonio Liébana ha sabido añadir a la publicación. Cabría esperar que, con la infinidad de datos técnicos, dificultades y costes descritos en el libro, el lector se viese abocado a contemplar la fauna desde el balcón, mientras medita sobre lo leído, pero no. El carácter eminentemente práctico y la invitación permanente al factor “disfrute de la naturaleza”, empujan al fotógrafo -ya sea aficionado o profesional- a echarse al monte y poner en práctica lo aprendido. Porque, ¡ojo!, que por muy veterano que se sea en estas lides, la profesionalidad y los 25 años de experiencia de Liébana esconden conocimientos interesantes para todo el mundo.



Hablaba con las bestias, los peces y los pájaros

Konrad Lorenz dedicó básicamente toda su vida a comprender el desarrollo de aprendizaje en ciertas especies, sobre todo en las aves. Junto a su compañero Niko Tinbergen es, por muchos considerado, el padre de la etología, que comprende el estudio del comportamiento de las especies animales, incluida el hombre. El libro se publicó en 1949 en un momento en que la etología no era aún definida como ciencia autónoma.

A través de sus páginas, encuentras temas aún candentes más de setenta años después de su primera publicación, como la todavía muy actual discusión sobre la necesidad de que la fauna salvaje siga siendo salvaje y no domesticada ni en cautividad, a excepción, por supuesto, de determinados estudios llevados a cabo por profesionales en la materia.

Una de las imágenes más representativas del autor.


Algo bien preciado que tiene su lectura es que a pesar de su rigor científico la manera en la que nos relata sus experiencias es más poética y narrativa, sin dejar de apoyarse en vivencias contrastadas y rigurosas. Ahí radica, desde mi punto de vista, uno de los mayores aciertos del libro y que tiene que ver, a su vez, con una idea divulgativa, pero muy claramente pedagógica de la ciencia; podemos aprender desde un lenguaje claro y cercano, podemos conocer a través de la pasión y del amor de los otros por su profesión sin que por ello esos conocimientos sean menos concisos. Cuando decidí empezar a leerlo, lo hice por el capítulo sobre las grajillas, estoy un poco enamorada de los córvidos en general y de su comportamiento en particular, sin embargo, me cautivó esa primera parte del libro en la que habla sobre varias especies de peces y como es su comportamiento reproductor y social. Nunca hubiera imaginado tanto ingenio en un pez.

Podemos aprender desde un lenguaje claro y cercano, podemos conocer a través de la pasión y del amor de los otros por su profesión sin que por ello esos conocimientos sean menos concisos.

El anecdotario y las descripciones de su día a día resultan tan atractivas que podrías imaginarte dedicándote a eso el resto de tu vida, aun teniendo en cuenta que podría volver loca a cualquiera, como el caso de la gansa Martina. Su manera un poco desfasada de escritura incrementa la ironía y el humor y contribuyen al interés con el que vas adentrándote en sus vivencias, pero es a través de ellas que comprendes que escuchar, convivir y conocer a los animales es lo más maravilloso que te puede suceder.

Si no lo habéis leído, si lo tenéis reservado para hacerlo o incluso si lo queréis volver a leer, tengo que deciros que es muy fácil entregarse a él y que el tiempo pasa volando, yo lo devoré.