Porvenir: basada en futuros hechos reales

Miniserie de Movistar+ que mezcla los géneros documental y ficción para adentrarse, de manera contundente, en el tremendo futuro que el cambio climático nos traerá, entre otros temas.

Traemos a esta página este producto audiovisual que nada tiene que ver con la observación de fauna o el ecoturismo y al tiempo lo tiene todo, que parece que no acabamos de entender, aceptar y comprender, lo que significa que el clima se vaya al garete. De la mano del periodista Iñaki Gabilondo, la miniserie de tres capítulos deambula entre un documental que nos muestra la realidad del cambio climático hoy en día, una larga conversación con tres científicos sobre lo que se ha hecho y lo que se debería hacer al respecto y una historia de ficción que transcurre en el seno de una familia, durante los primeros días de la pandemia. Al final, las tres líneas desarrolladas arrojan una visión muy amplia de la problemática, con un tipo de narración que atrapa al espectador, convirtiendo una producción de marcado carácter científico en un audiovisual para un amplio público.

Iñaki Gabilondo hace las funciones de narrador e introductor de las partes de no ficción.

Repartos de ficción y documental de lujo

Se agradece, y mucho, que desde el principio se exilie cualquier contacto con el negacionismo. Todo en Porvenir se compone desde la premisa -real y ampliamente contrastada- de que el cambio climático esta aquí, afecta de manera más rápida y dura de lo previsto y sus consecuencias nos atañen y atañerán a todos, de tal manera que van desde notablemente mal hasta mortal. Pero en esta miniserie no todo es cambio climático. También está la contaminación, el uso irracional de los recursos, la producción de alimentos, el consumo y, ¡anda!, como todo ello, nos lleva de nuevo al cambio climático. Todos estos agentes se tratan como elementos que, de ser gestionados adecuadamente, pasarían de ser causas a ser soluciones. Las imágenes contundentes y el diálogo de las muy contrastadas voces de Fernando Valladares (director del grupo de Ecología y Cambio Global en el Museo Nacional de Ciencias Naturales y profesor del CSIC), María José Sanz (directora del Centro Vasco de Cambio Climático) y Pedro Jordano (profesor de investigación del CSIC en la Estación Biológica de Doñana y Premio Nacional de Investigación en el área de Ciencias y Tecnologías de los Recursos Naturales 2018) aporta toda la rigurosidad posible a un discurso que, sin abandonar la emergencia, discurre en términos positivos y constructivos .

“Hemos de poner a la naturaleza en el centro de nuestras decisiones”, dice Gabilondo.

Tres capítulos, tres lugares, tres temas.

En cada uno de los tres capítulos, titulados Tierra, Mar y Aire, se visitan lugares emblemáticos del medioambiente y el conservacionismo en España. Doñana se seca y el glaciar del Monte Perdido se deshace, daños medioambientales que difícilmente se podrán solucionar y que desgraciadamente son irreparables. ¿Si esos sitios son Parques Nacionales y teniendo el máximo grado de protección están así, cómo no estarán los territorios en los que habitamos o en los que cultivamos nuestros alimentos? “Hemos de poner a la naturaleza en el centro de nuestras decisiones”, dice Gabilondo. Y respondiendo a esa llamada, el documental también visita a personas qué, con sus iniciativas personales, apoyadas o no por instituciones, han puesto en práctica medidas que van en el buen camino para la recuperación de tierras y su posterior cultivo o la obtención de energía realmente verde, como en la isla del Hierro. La cruda realidad, la toma de conciencia del estado lamentable del planeta y la necesidad de emprender las acciones listadas de manera muy positiva por parte de los tres científicos, se suavizan con las partes de ficción. Y no es que los personajes interpretados por Roberto Álamo, Marian Álvarez, Víctor Clavijo y Stephanie Gil lleven a la pantalla una sitcom desternillante, precisamente. Tres hermanos y la hija de uno de ellos pierden a su madre a causa del covid. Esto desemboca en un viaje en el que tendrán que enfrentarse a sus fantasmas y vidas frustradas, para finalmente salir a flote en un proceso en el que la sostenibilidad es el salvavidas. Un cuento dramático donde el slowfood y la slowlife triunfan. El ritmo de la narración, la alternancia entre las tres líneas y la sabia guía de Gabilondo, apoyado todo ello en un innovador y bravo guion, hacen que Porvenir pueda ser consumido como cualquier otra serie de ficción. Esto es, empiezas por el primer capítulo y no te despegas hasta el punto final.

Guía de aves. España, Europa y región mediterránea

Es una opinión generalizada. Cuando un nuevo aficionado pregunta por una guía con la que adentrarse en el mundo de la identificación de aves, los más veteranos contestan de manera unánime recomendándole, cueste lo que cueste, la adquisición inmediata de la guía negra.

Lo del reto no va en balde, que encontrar un ejemplar de la segunda edición en castellano comienza a ser difícil y su precio se sitúa por encima de los 50€. Precio, que para ser de un libro -teóricamente- de bolsillo, no deja de ser elevado. En cualquier caso, lo cierto es que cada céntimo de euro estará bien invertido. Lars Svensson (Suecia, 1941) es un ornitólogo, especializado en paseriformes, que ya en la adolescencia dedicaba su tiempo a traducir y adaptar guías de identificación británicas a las necesidades suecas. En 1970, con solo 29 años, editó su Guía de identificación de paseriformes europeos. Un año más tarde, era ya una personalidad en su terreno, gracias a sus trabajos de identificación, sus expediciones y publicaciones. En 1999, se publicó la primera edición del volumen que nos ocupa y que desde entonces ha sufrido continuas actualizaciones.

Lars Svensson.

La característica principal de esta guía no es solo la calidad de la información que contiene, sino la densidad de datos por centímetro cuadrado que la Svensson ofrece. Los textos, encomiable labor la de los traductores, se apoyan en una gran, sabia e intuitiva, utilización de las abreviaturas. Entre esto y la disciplina respecto a la economía de lenguaje, Svensson consigue, con los escasos párrafos utilizados para cada especie, aportar una cantidad sorprendente de información.

Las Ilustraciones

El tema de las ilustraciones -obra de K. Mullarney y D. Zetterström- es otro de sus puntos fuertes. Si generalmente en las guías se presenta al macho, la hembra (en el caso de que exista dimorfismo sexual) y, como mucho, un ejemplar juvenil, en esta pequeña enciclopedia se añaden una o más imágenes con algún jizz característico, silueta en vuelo, detalles comparativos con especies semejantes, explicación de los distintos plumajes por edades, si los hubiere, o actitudes en el medio, que ayudan a identificar. En la galería encontrarás ejemplos de todo ello. Además, la precisión en el dibujo es tal que, aún teniendo unas dimensiones pequeñas, la claridad de los trazos y magnífica impresión resalta mucho los detalles clave para la identificación. Esto es así, aunque el usuario tenga la vista cansada. Todo ello se completa con algunas láminas concretas, muy útiles, como la de híbridos de anátidas o los breves sobre las especies divagantes, o las de las aves introducidas y escapadas.

Hay que señalar que este es un libro de consulta. Por sus dimensiones, que no le permiten ser guardado en un bolsillo, y su peso, que sobrecargará en exceso la mochila, es mejor dejarlo en casa. Quizá, como guía de campo, existan opciones mejores.

En definitiva, 450 páginas llenas de información muy precisa que en su conjunto conforman, sí, la que posiblemente sea la mejor guía de identificación general de aves. Es el libro-herramienta que tarde o temprano comprarás.


El fotógrafo de fauna

Antonio Liébana acaba de publicar El fotógrafo de fauna, un libro llamado a convertirse en el manual indispensable para todos los que comienzan en esta especialidad fotográfica.

Para todos los que comienzan y para los que llevan media vida documentando la vida silvestre, ya que Liébana ha tenido la generosidad de contar muchas de las técnicas y trucos personales que él emplea para desarrollar su trabajo. Pero empecemos por la primera página. Estamos ante un manual eminentemente práctico, didáctico y muy real. Está dividido en capítulos y a su vez organizado por categorías que se subdividen en temas. Bien, pues es tan práctico y tan real que el primer asunto que trata lleva por título “El Precio”. A partir de ese punto, desgrana de forma ordenada, lógica y muy sucinta todo lo que el aficionado que se quiera adentrar en este proceloso mundo de la fotografía de animales silvestres necesita saber sobre equipos y principios básicos de fotografía. Se pasan páginas -que como cabía esperar están brillantemente ilustradas- y se empieza a leer sobre composición y situaciones lumínicas especiales, ya para fotógrafos que saben lo que hacen. Y así, como quien no quiere la cosa, uno está leyendo sobre técnicas avanzadas o una interesantísima docena de casos prácticos de cómo fotografiar especies concretas.

Por muy veterano que se sea en estas lides, la profesionalidad y los 25 años de experiencia de Liébana esconden conocimientos interesantes para todo el mundo.

En El fotógrafo de fauna no se deja nada atrás: se tratan temas como la mochila más adecuada, cómo afecta la meteorología a nuestros trabajos y algunos consejos para viajar. Por supuesto, explica técnicas de acercamiento, detalles sobre posaderos y se explaya en el mundo hide. Mucho del trabajo producido por Liébana sale de largas jornadas de espera en todo tipo de escondites, así que no es de extrañar que dedique espacio a los aguardos y sus modalidades y variaciones: hides comerciales y públicos, de lujo, baratos, artesanales, hidrohides, con cristal o de tela, comportamiento dentro del escondite, sillas adecuadas e incluso habla de temperaturas, asuntos fisiológicos o calendarios de ocupación.

Ética fotográfica

También tiene un hueco para introducir el capítulo de la ética fotográfica y el comportamiento que ha de tener el fotógrafo frente a la fauna silvestre, sin olvidarse de la conservación. Ofrece un par de páginas recordando las normas básicas. Este tipo de contenido es frecuente y siempre que toca asuntos potencialmente delicados o directamente peligrosos para los animales no duda en explicar cómo no hay que hacer las cosas, repitiendo en varias ocasiones las máximas esenciales de la fotografía de naturaleza, tales como “el animal prevalece siempre sobre la fotografía”.

La edición del libro es sencillamente excelente y a las impresionantes fotografías, solo por las cuales ya merecería la pena la adquisición de la publicación, se suman unos dibujos y gráficos explicativos muy adecuados. Lo conciso de los textos, yendo directamente al grano con claridad y sin ambages, recuerda a los contundentes párrafos explicativos de Michael Langford en su mítico La fotografía paso a paso.

Tras darle muchas vueltas, solo soy capaz de encontrar un defecto, que al tener tantas ventajas deja de ser defecto y es virtud. El formato, grande y apaisado de proporción 4:6, es una gloria para la reproducción y visionado de fotos. Da gusto abrir el libro y pasar hojas, que siendo tan grandes hacen de abanico para acercarte el olor a buen papel y mejor tinta. ¿Que con esas dimensiones pierde algo de la practicidad propia de un manual didáctico de uso frecuente? Sí. ¿Que muchos grandes libros de este tipo, aunque de otras temáticas, llevan el mismo formato? También. ¿Y que, ¡qué más da!, si además este libro está pensado para ser devorado tranquilamente en un lugar confortable?.


Dejamos para el final el espíritu que Antonio Liébana ha sabido añadir a la publicación. Cabría esperar que, con la infinidad de datos técnicos, dificultades y costes descritos en el libro, el lector se viese abocado a contemplar la fauna desde el balcón, mientras medita sobre lo leído, pero no. El carácter eminentemente práctico y la invitación permanente al factor “disfrute de la naturaleza”, empujan al fotógrafo -ya sea aficionado o profesional- a echarse al monte y poner en práctica lo aprendido. Porque, ¡ojo!, que por muy veterano que se sea en estas lides, la profesionalidad y los 25 años de experiencia de Liébana esconden conocimientos interesantes para todo el mundo.



Hablaba con las bestias, los peces y los pájaros

Konrad Lorenz dedicó básicamente toda su vida a comprender el desarrollo de aprendizaje en ciertas especies, sobre todo en las aves. Junto a su compañero Niko Tinbergen es, por muchos considerado, el padre de la etología, que comprende el estudio del comportamiento de las especies animales, incluida el hombre. El libro se publicó en 1949 en un momento en que la etología no era aún definida como ciencia autónoma.

A través de sus páginas, encuentras temas aún candentes más de setenta años después de su primera publicación, como la todavía muy actual discusión sobre la necesidad de que la fauna salvaje siga siendo salvaje y no domesticada ni en cautividad, a excepción, por supuesto, de determinados estudios llevados a cabo por profesionales en la materia.

Una de las imágenes más representativas del autor.


Algo bien preciado que tiene su lectura es que a pesar de su rigor científico la manera en la que nos relata sus experiencias es más poética y narrativa, sin dejar de apoyarse en vivencias contrastadas y rigurosas. Ahí radica, desde mi punto de vista, uno de los mayores aciertos del libro y que tiene que ver, a su vez, con una idea divulgativa, pero muy claramente pedagógica de la ciencia; podemos aprender desde un lenguaje claro y cercano, podemos conocer a través de la pasión y del amor de los otros por su profesión sin que por ello esos conocimientos sean menos concisos. Cuando decidí empezar a leerlo, lo hice por el capítulo sobre las grajillas, estoy un poco enamorada de los córvidos en general y de su comportamiento en particular, sin embargo, me cautivó esa primera parte del libro en la que habla sobre varias especies de peces y como es su comportamiento reproductor y social. Nunca hubiera imaginado tanto ingenio en un pez.

Podemos aprender desde un lenguaje claro y cercano, podemos conocer a través de la pasión y del amor de los otros por su profesión sin que por ello esos conocimientos sean menos concisos.

El anecdotario y las descripciones de su día a día resultan tan atractivas que podrías imaginarte dedicándote a eso el resto de tu vida, aun teniendo en cuenta que podría volver loca a cualquiera, como el caso de la gansa Martina. Su manera un poco desfasada de escritura incrementa la ironía y el humor y contribuyen al interés con el que vas adentrándote en sus vivencias, pero es a través de ellas que comprendes que escuchar, convivir y conocer a los animales es lo más maravilloso que te puede suceder.

Si no lo habéis leído, si lo tenéis reservado para hacerlo o incluso si lo queréis volver a leer, tengo que deciros que es muy fácil entregarse a él y que el tiempo pasa volando, yo lo devoré.